viernes, 4 de diciembre de 2009

El fenómeno Harry Potter

Cuando el 21 de julio último comenzó a comercializarse en el mercado anglosajón el último tomo de la serie, en las librerías inglesas se vendieron 2.600.000 ejemplares en 24 horas i en las de los Estados Unidos, 8.300.000.

Sin embargo, esa dimensión comercial no alcanza a opacar la literaria. La novela produjo un fenómeno inédito por el cual chicos que nunca habían leído más que un libro breve hacían fila para comprar uno de 700 páginas, para ser devorado en pocos días. Esa fascinación se expresa en cifras impresionantes. Desde que se publicó el primer tomo, hace 10 años, se vendieron 325 millones de ejemplares en todo el mundo. El público argentino no se sustrajo a esta ola. Del quinto tomo, de alrededor de 800 páginas, se vendieron en nuestro país 130.000 ejemplares. La venta del sexto, el último editado en español hasta ahora, de 580 páginas, llegó a 150.000.

Muchos de los lectores de Harry Potter no se convierten en fanáticos de los libros. Sólo lo son de ese libro. En los Estados Unidos hay estadísticas publicadas por la prensa que demuestran que los lectores no se multiplicaron de manera lineal.

Sin embargo, es evidente que con esta saga muchos niños y adolescentes se acercaron por primera vez a un libro que no les era propuesto por la escuela.

El impacto de Harry Potter desafía, en principio, el pesimismo convencional. Lo hace al demostrar que el libro puede convivir con otras fuentes de entretenimiento que disputan la atención de los más jóvenes. Y que la jornada del adolescente no está condenada a repartirse entre las obligaciones escolares, el iPod y la pantalla de la computadora.

El fenómeno Harry Potter, es decir, el éxito tan contundente de una serie muy voluminosa de ficciones, podría habilitar hipótesis más alentadoras que las habituales sobre la relación entre los niños y adolescentes y la escritura. Internet es vista a menudo como un vehículo de dispersión, que quita tiempo de lectura e induce a un lenguaje de abreviaturas que atropella la gramática. Acaso haya que revisar esa consideración y la civilización actual esté ante una reinvención de la escritura y la lectura.

Se trata de algo alentador, ya que la lectura de libros estimula un ritmo peculiar en la atención y un movimiento analítico y crítico que son cruciales para la constitución de sociedades abiertas.

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